Había una vez una luciérnaga que estaba
en el bosque, ella siempre jugaba con sus amiguitos, pero un día sus amiguitos
se molestaron con ella y no quisieron hablarle más. Es que la luciérnaga les
pegaba, gritaba y hacia trampa al jugar con ellos.
La luciérnaga se sentía muy sola y muy
triste, porque no tenía con quien jugar. Un día pasó una gran estrella fugaz y
al notarla triste le preguntó: ¿Por qué estas tan triste, si puedes brillar
como yo?
Ella contesto: es que no tengo amiguitos
se molestaron conmigo porque al jugar hago trampa para ganar, y también porque
les pego y les grito a mis amiguitos.
La estrella le dijo: si quieres
recuperar a tus amiguitos, pídeles disculpas y diles que ya no lo volverás a
hacer. Y la estrella se fue.
La luciérnaga pensó y pensó. Y fue con
sus amiguitos a pedirles disculpas y les prometió no volverlo a hacer. Sus
amiguitos la disculparon y más nunca pelearon y todos quedaron muy felices de
ser amigos otra vez.
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